Cultura, Sociedad, Gentes

A veces hay aspectos de nosotros mismos que queremos cambiar y que no nos gusta, y para ello se debe tener presente que lo más importante y .lo más bello de la vida es el desarrollo pleno de nuestras facultades, además de implementar una valoración personal que involucre todos los sectores de nuestro entorno, solo para que nos den un valor positivo de nuestra identidad como personas y seres pensantes que somos.

La búsqueda de nuestra identidad, es un proceso que puede durar toda la vida, pero si la persona en cuestión tiene reforzados sus valores enseñados desde el hogar, puede favorecer en gran medida que se logre fortalecer una identidad personal definida desde temprana edad, que nos dure toda la vida.

Todo ello tiene que ver con la necesidad de saber más sobre nosotros mismos, ya que en la mayoría de los casos, no estamos conformes con nuestra personalidad ni con lo que representamos ante el mundo y tratamos de cambiar eso, lo que nos hace girar un poco de nuestras prioridades como seres humanos que somos, miembros pensantes e integrantes de una sociedad, que cada día se ensaña más con todas las personas que aún no han descubierto su propia personalidad y que se sienten solos a la hora de enfrentarse al mundo para apoyar sus ideas.

De allí parte la idea que debemos apoyarnos y aceptarnos como somos sin temor a no ser aceptados, ya que venimos al mundo solo y nadie nos ayuda en el difícil camino que significa crecer; esto y el alta autoestima que tenemos, puede desarrollar en gran medida la identidad personal que nos define, y a su vez, favorece la madurez emocional lo que puede fortalecer aún más el camino a seguir para el logro de metas y el desarrollo integral de nuestro ser.

Es por ello, que nuestras emociones influyen en gran medida a saber comportarnos y a regulas nuestro carácter y forma de ser, lo que implica que sepamos qué hacer en cualquier situación, con una capacidad inmensa de controlar cada paso que nos lleve a un fracaso o al logro del éxito; donde los sentimientos, las habilidades, las debilidades y todos los aspectos que refieran e incurran en la formación de nuestra identidad, formen parte de nuestra vida cotidiana.

El punto de partida para conocer nuestro propio ser y nuestra identidad, viene dado desde nuestra niñez; pero realmente, cuando se afianza y se consolida es en la adolescencia, logrando fomentar la verdadera personalidad que nos va a durar y acompañar toda la vida, con altibajos y obstáculos que se pueden presentar en el camino, pero si nuestra identidad personal está fuertemente arraigada, nada nos puede detener.

De allí es que es importante que debemos querernos y tolerarnos como somos y no perder nunca la visión de nuestras metas y deseos; así que siempre debemos seguir con la frente en alto y apuntar siempre en la dirección que nos lleve a un buen camino cuyo final debe ser el éxito.