Nunca navegar de frente al viento
En realidad, lo primero que hay que tener en cuenta para iniciar cualquier maniobra a contraviento es que el velero no puede avanzar de frente, esto es uno de los primero datos que te dan en una excelente academia donde dictan algun curso de curso de timonel vela motor. Aunque puede conseguirse que la embarcación avance en la dirección deseada, nunca será un movimiento 100% frontal. Tal y como veremos más adelante, el barco dará diferentes bordadas (cambios de dirección, vaya) para poder avanzar. A esto lo llamamos avanzar en ceñida.
Ladear las velas
Es el primer paso y el más determinante en cualquier navegación a contraviento. Al girar ligeramente las velas aprovecharemos el componente perpendicular del viento para ayudarnos a avanzar hacia adelante. Se trata de evitar que el viento impacta frontalmente con las velas, lo cual impediría avanzar sin la ayuda de motores.
La importancia de la quilla
Lógicamente, si se ponen las velas de lado, el barco correrá el riesgo de desplazarse precisamente hacia esa dirección. Es más, en un contexto de fuertes presiones, la embarcación podría incluso sufrir un volcado. La quilla contribuye a evitar esta situación al modificar la dirección de las fuerzas que impactan contra el casco. En lugar de empujar de manera oblicua, ahora lo harán longitudinalmente, permitiendo avanzar hacia adelante.
Siempre de proa
Para que la máxima anterior dé el resultado deseado, el viento debe impactar en el barco desde la proa. Aquí entra en juego la pericia del piloto y/o de la tripulación para hacer girar el barco hacia el lado apropiado. A resultas de este movimiento se produce ese zigzagueo tan característico de los veleros que navegan a contraviento.
El efecto basculante
¿Alguna vez te has fijado en cómo la tripulación de un velero se desplaza por completo hacia un lado del barco? Siempre que se navega en contra del viento es necesario compensar el efecto basculante que se produce cuando las fuerzas impactan en la quilla. La forma más efectiva de lograrlo es desplazándose de lado a lado del velero para mover el centro de gravedad y evitar que la nave se escore en una dirección.
Evitando que nos frene el viento
El viento nos permite avanzar (el que viene de popa, como hemos visto) pero también puede frenarnos. A diferencia de lo que suele pensarse, el viento que puede frenar el velero no es el que viene de frente sino el que impacta por el lado contrario al que hemos orientado las velas. De ahí que, en determinadas circunstancias, es aconsejable que las velas no se desplieguen por completo de manera transversal.
El menor ángulo
Otra de las claves para avanzar en contra de la dirección del viento es dejar el menor ángulo posible para que el propio aire nos frene. Las bordadas, a babor y estribor, ayudan a sortear esta dificultad. Por supuesto, las distancias trazadas en cada bordada pueden exigir un mayor o menor esfuerzo a la tripulación, de ahí que resulte interesante seguir una estrategia concreta.
Navegar de bolina
Hemos dado ya alguna pincelada sobre esta práctica pero conviene precisar algo más, algunos curso de timonel vela motor, son excelente para estas prácticas, además de que dan información muy relevante sobre todos los términos teóricos. Las velas bajas necesitan vientos más largos para llenarse por completo, por lo que en un contexto de vientos débiles hay que centrar la atención en las velas altas. Estas reaccionan siempre en primer lugar y sirven como aviso para que la tripulación se disponga a arribar. Como siempre, la rapidez con la que se ejecute cada movimiento puede determinar el desenlace de una competición.